Después de mi experiencia en
Diciembre de 2013 en el Iztaccihuatl, tenía muy claro que de manera natural el
siguiente reto sería el Pico de Orizaba y sabía que no sería de ninguna manera
fácil.
Otro gran parte aguas con respecto
a la experiencia del Iztaccihuatl es el hecho de que esta vez no iba acompañado
del equipo de amigos con quienes regularmente practico el montañismo. Esta vez
lo hice solo acompañado del guía Ricardo Blanco. Enorme diferencia.
Viajé a la Ciudad de México y de
ahí a la Ciudad de Serdán, Puebla. El sábado 15 de Febrero ya me encontraba
instalado en el refugio a 4200 mts. de altura desde donde partiríamos a medianoche hacia el Pico.
Debo hacer honor a la verdad
diciendo que no tuve el descanso adecuado horas antes; entre la ansiedad y el
entorno, el descanso no fue de lo mejor.
En punto de las 00:00hrs del día
domingo iniciamos el ascenso, lo primero en llamar mi atención fue la enorme
Luna Llena que nos acompañaba, luego le siguieron los paisajes que formaban
aquellas montañas.
Cada paso cuesta arriba iba
acompañado por el silencio del entorno, pero sobre todo el silencio interior.
Nunca me sentí mas acompañado de mi mismo como en ese largo camino a la cumbre.
No escatimo si digo que la experiencia física se vuelve también una experiencia
marcadamente interior y personal.
Los primeros asomos de luz del
nuevo día me regalaron imágenes impresionantes, colores intensos mezclados con
la obscuridad la noche, los primeros rayos del sol sobre las impresionantes
montañas, colores vivos todos. Algo
inolvidable.
Al llegar a la altura de 5,200mts
todo era subida casi vertical, el esfuerzo que significaba avanzar cada metro
era grande; ahora cobraba factura la falta plena de descanso de un día anterior
y aún así mi voluntad alentaba mi cuerpo, quien se esforzó 200 mts. más
llegando a una altura total de 5,400 mts. sobre el nivel del mar. Ahí mi
agotamiento fue total… La experiencia terminó a 210 mts de la cumbre. Me quedé
ahí un momento, con una sensación de plenitud, de satisfacción por haber dado
todo el esfuerzo, de voluntad férrea… no
hubo cabida en mi mente, en mi cuerpo ni en mi corazón para el sentimiento de
fracaso. Simple y sencillamente esta vez la montaña dijo no…. Sin más.
Ahora seguía un breve descanso y luego
un largo, largo camino de regreso.