El Montañismo me da la oportunidad de conocer lugares asombrosos.

miércoles, 29 de octubre de 2014

El Pico de Orizaba, el esfuerzo y la cumbre.

Después de mi experiencia en el mes de febrero en la que no pude hacer cumbre en el Pico de Orizaba (y de lo que compartí en mi anterior blog), de una u otra forma yo sabía que mi terquedad me haría volver a intentarlo este mismo año. Finalmente a principios de este mes de octubre acordé con algunos amigos que la fecha pactada para el ascenso sería el sábado 25 de Octubre.
Se llegó el día y del último pueblo al refugio caminamos 15 kilometros, una vez en el refugio nos encontramos con más gente que haría la expedición, entre los que se encontraban rusos, polacos, ingleses, americanos; de los mexicanos estabamos los regios, gente del DF y de León.Una vez acomodados, cenamos y dormimos, aunque para ser honesto, me fué muy díficil conciliar el sueño, no sé si por el ruido que hacía la gente que ahí estaba ó inconcientemente era la ansiedad de lo que me esperaba.
A la 1.30 a.m. cumplí con el ritual de pedir permiso a la montaña para poder ascender e iniciamos el ascenso a la montaña más alta de México. Llevabamos poco más de una hora de camino cuando busqué mi abastecimiento de agua para beber, y caí en cuenta que se había venido escurriendo durante todo el camino!  2 litros de agua se escurrieron sin que me diera cuenta, en ese momento pensé que sin agua no tendría sentido subir, pero la solidaridad del equipo me dió la confianza para continuar el ascenso.
A las 2 horas y media de camino, uno del equipo no se sintió bien por lo que decidió regresarse. El equipo perdía así a un miembro y estoy seguro que en la mente de todos se pensaba que aquello no era el mejor augurio.
Entre un área llamada el Chorreadero y otra llamada Laberinto se encuentran unas cruces conocidas como "Las Cruces de Monterrey" en tributo a un grupo de regios que ahí fallecieron. Aunque no son las únicas cruces que ahí se encuentran, durante todo el trayecto va uno encontrandose cruces y nombres de mucha de la gente que ha perdido la vida en el Pico de Orizaba.
Después de cruzar el Laberinto llegue al Glaciar, y fue ahí donde empezé a reconocer el escenario que unos meses antes había pisado, también caí en cuenta que a este punto había llegado media hora antes que la vez anterior. Ahí en el glaciar, empezé a tener un sueño incontrolable, los ojos caían como pesadas lozas, me era imposible sostenerlos, entonces uno de los guías me dijo que pronto saldría el sol y que sería diferente, que hiciera un esfuerzo y esperara. A las 6.30 a.m. salió el sol, y mi cuerpo se energizó, el sueño sorprendentemente se alejó, y encontré el empuje necesario para continuar el ascenso.
Del glaciar a la cumbre labio inferior de la montaña son aproximadamente 4 horas, los cuales no fueron de ninguna manera fáciles, hubo momentos de agotamiento físico y mental, la alfombra blanca por la que caminabamos parecía interminable, daba la sensación de poco avance...y entonces recordé una frase que me había compartido un amigo que había subido el Everest "El dolor es temporal, renunciar es para siempre" ...frase que me repetía una y otra vez "yo puedo"..."el dolor va pasar"... aquellas pequeñas frases se convirtieron en un mantra para mi y así llegué a la cumbre de la montaña.
Terminé lo que había empezado meses antes, y agradecí a la montaña por aquel momento y la majestuosidad de la vista. El equipo comenzó a felicitarse, el ambiente fraterno, solidario, de triunfo estaba en todos. La vista desde aquella cumbre es impresionante, no hay palabras para describirla, las nubes a cientos si no es que miles de metros por debajo de nosotros es algo para recordar.



En la cumbre de la  montaña hay un área a la que llaman Cerro de la Silla, ya que el contorno de la montaña parece evocar a nuestro querido cerro norteño.


Ahora quedaba el descenso, que de ningun modo es más fácil o menos pesado que el ascenso, y pienso partícularmente en el laberinto, un lugar con muchas piedras llamado así en la montaña por una peculiar caracteristica "nunca se baja por el mismo lugar"... y está vez yo no bajé desde el mismo lugar de meses antes... La montaña me dió su sí, y me permitió conquistarla, respetarla y admirarla.


martes, 18 de febrero de 2014

La Voluntad de la Montaña


Después de mi experiencia en Diciembre de 2013 en el Iztaccihuatl, tenía muy claro que de manera natural el siguiente reto sería el Pico de Orizaba y sabía que no sería de ninguna manera fácil.
Otro gran parte aguas con respecto a la experiencia del Iztaccihuatl es el hecho de que esta vez no iba acompañado del equipo de amigos con quienes regularmente practico el montañismo. Esta vez lo hice solo acompañado del guía Ricardo Blanco. Enorme diferencia.
Viajé a la Ciudad de México y de ahí a la Ciudad de Serdán, Puebla. El sábado 15 de Febrero ya me encontraba instalado en el refugio a 4200 mts. de altura desde donde partiríamos a  medianoche hacia el Pico.
Debo hacer honor a la verdad diciendo que no tuve el descanso adecuado horas antes; entre la ansiedad y el entorno, el descanso no fue de lo mejor.
En punto de las 00:00hrs del día domingo iniciamos el ascenso, lo primero en llamar mi atención fue la enorme Luna Llena que nos acompañaba, luego le siguieron los paisajes que formaban aquellas montañas.
Cada paso cuesta arriba iba acompañado por el silencio del entorno, pero sobre todo el silencio interior. Nunca me sentí mas acompañado de mi mismo como en ese largo camino a la cumbre. No escatimo si digo que la experiencia física se vuelve también una experiencia marcadamente interior y personal.
Los primeros asomos de luz del nuevo día me regalaron imágenes impresionantes, colores intensos mezclados con la obscuridad la noche, los primeros rayos del sol sobre las impresionantes montañas,  colores vivos todos. Algo inolvidable.
Al llegar a la altura de 5,200mts todo era subida casi vertical, el esfuerzo que significaba avanzar cada metro era grande; ahora cobraba factura la falta plena de descanso de un día anterior y aún así mi voluntad alentaba mi cuerpo, quien se esforzó 200 mts. más llegando a una altura total de 5,400 mts. sobre el nivel del mar. Ahí mi agotamiento fue total… La experiencia terminó a 210 mts de la cumbre. Me quedé ahí un momento, con una sensación de plenitud, de satisfacción por haber dado todo el esfuerzo, de voluntad férrea…  no hubo cabida en mi mente, en mi cuerpo ni en mi corazón para el sentimiento de fracaso. Simple y sencillamente esta vez la montaña dijo no…. Sin más.
Ahora seguía un breve descanso y luego un largo, largo camino de regreso.