El Montañismo me da la oportunidad de conocer lugares asombrosos.

lunes, 17 de junio de 2013

El futbol americano, una filosofía de vida


Durante una época de mi infancia practiqué el futbol americano; un deporte duro, con entrenamiento rígido y con una exigencia física sin igual (los golpes dan cuenta de ello). Siempre visualice el futbol americano como un deporte de equipo en el que sobresalía como principal virtud la disciplina. Hoy empiezo a visualizarlo de una manera diferente.

Mi hijo de 10 años juega futbol americano y eso me ha permitido ver este deporte desde otro ángulo, visualizarlo de manera muy diferente como lo había hecho hasta hoy. Ahora descubro que ese deporte lleva intrínseca una importante filosofía que podría decirse militar; cada jugador es una pieza clave en este ajedrez deportivo, al grado que un error individual se convierte sin remedio en un gran problema colectivo. Algunos historiadores sostienen que el antecedente de este deporte se encuentra en el Harpatstum cuya misión además de entretener, llevaba como principal objetivo mantener en forma física a los soldados en tiempos de paz junto con su espíritu aguerrido. Cabe agregar que esta práctica era sumamente violenta muy ad hoc a los canones romanos.

La estructura de un equipo de futbol americano es muy semejante a una pirámide corporativa. El entrenador sería el responsable de la empresa, el mariscal de campo el responsable de ejecutar la estrategia flanqueada por una bolsa de protección que podría asemejarse a un comité de dirección. También hay  tipos duros para los proyectos difíciles y un equipo defensivo encargado del competidor… insisto…la semejanza es mucha, de ahí la importancia de su formación.

Estoy muy orgulloso de la manera en que mi hijo asume su rol en el futbol americano y de la manera en que se involucra como parte importante del equipo; su empeño, su tesón y su gran corazón en el terreno de juego tiene sus recompensas, pues además de haber ganado el campeonato ha sembrado en tierra fértil filosofía y valores que lo acompañarán toda la vida. De eso estoy seguro.

viernes, 7 de junio de 2013

Confianza


Hace una semana fui nuevamente a recorrer la Vía Ferrata (también llamada Ruta Vértigo) en la Huasteca neolonesa, pero esta vez, el recorrido se hizo nocturno. Los puentes colgantes, la ruta escalada, escaleras colgantes, la tirolesa de más de 100 metros de largo y a 200 metros de altura se realizaron ahora en la mayor oscuridad que cualquiera pueda imaginar, únicamente ayudado por una lámpara que cada persona llevaba colgada, bien sea en la cabeza ó en el pecho.
Estando ahí en las montañas y en plena oscuridad, pude descubrir que a diferencia de hacer el recorrido de día, él hacerlo de noche requería aumentar el nivel de confianza. Conocía de antemano el recorrido, y sin embargo comprendí que confiamos sin problemas en lo que vemos, pero entra la duda cuando no somos capaces de visualizar, de entrar en contacto, tal vez debería de decir: “poseer” con la vista algo. Resulta irónico que lo que antes en un post anterior había considerado “sensación de libertad”, ahora con la ausencia de luz solar se volvía “sensación de vulnerabilidad”. (Aunque es justo decir que ir en grupo siempre conforta, anima, y da valor).
El miedo forma parte de ésta actividad, y para la mayoría de los montañistas es el signo más grande de sentirse vivo en la practica del deporte extremo en montaña; por lo que enfrentar ese miedo y vencerlo produce una satisfacción interior muy fuerte. Cierto, el trabajo se hace en equipo, pero la sensación de soledad frente a la majestuosidad del espacio abierto y lo bello de la naturaleza, siempre hace que valga la pena el esfuerzo y la preparación que se requiere.
Entre más practico el montañismo y el escalamiento, más me descubro pequeños detalles propios. Hay quien asegura que este tipo de deportes extremos requieren la máxima concentración posible; cuerpo y mente se sincronizan perfectamente, y el resultado final es el silencio interior, que nos permite escuchar nuestras sensaciones, sentimientos y emociones más profundas. Al menos por hoy, así lo veo.